Solidaridad, no caridad, no dar peces, sino enseñar a pescar.
Los principios en los que hemos definido nuestra responsabilidad social corporativa deben desplegarse transversalmente en toda la empresa, en todas las decisiones que esta tome, sin dejar cabos sueltos como le ha ocurrido recientemente a Zara, cuyo grupo declara en su web en relación a sus proveedores:
«Los Fabricantes y Talleres Externos de Inditex están obligados a cumplir con lo expuesto en los apartados de empleados y clientes de este Código. Así mismo, permiten que se realice cualquier revisión por parte de Inditex o de terceros autorizados para verificar su cumplimiento».
Pero ha tenido que hacer frente a una denuncia del Ministerio de Trabajo de Brasil «por prácticas de trabajo próximas a la esclavitud» de sus proveedoras en ese país, en el mes de agosto en 2011. La empresa inicialmente negó sus responsabilidades y rápidamente dio respuesta a través de un acuerdo para el control de la cadena de producción en colaboración con sindicatos, ONGs e instituciones académicas y empresariales.
Sin embargo el procedimiento administrativo siguió adelante y hace unas semanas la firma ha alcanzado otro acuerdo con el Gobierno de Brasil, para cerrar la denuncia, viéndose obligada a invertir 1,4 millones de euros en acciones sociales así como a crear un fondo de emergencia para resolver situaciones de precariedad.
Sólo en las 24 horas siguientes a aparecer la noticia podíamos encontrar 14.800 referencias a este tema al buscar en google «acciones sociales Zara Brasil» en la web.
Muchas veces más que la generosidad de la marca, se trata de algo tan sencillo para la mayoría como mantener un comportamiento ético, lo cual no forma parte de la responsabilidad social, acciones tomadas por motu proprio, sino de las obligaciones de toda organización.